Meditación: enseñanzas profundas vs. negocio
Por Gustavo Estrada. Extraído de eltiempo.com el 20-4-18.
Las causas del sufrimiento, enseña el Buda, son los deseos intensos, las aversiones y las opiniones sesgadas. La meditación y la atención total, agrega el sabio, son el camino para acabar con las causas. El camino, sin embargo, ha de emprenderse sin expectativas de beneficios, y, una vez eliminadas las causas, la armonía interior surge espontáneamente.
Veinticinco siglos después de su concepción, las enseñanzas del Buda se han convertido en especies de ‘productos’ en el mercado de la felicidad. Los nuevos emprendedores presentan la meditación y la atención total como las metodologías de moda que con certeza, generan bienestar. Los métodos para llegar a tales beneficios, sin embargo, abren signos de interrogación.
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La propaganda de tales ‘productos’, por otra parte, es fácil y enganchadora. Pocos resisten un producto cuyo propósito es ‘hacerme sentir mejor’. Es fácil promover algo que acaba la ansiedad y el estrés, mejora la salud mental y aumenta la felicidad.
No obstante, la divulgación de la atención total mediante estrategias similares a las utilizadas con con productos de consumo crea en la mente del practicante potencial unos condicionamientos similares en su naturaleza a aquellos que la meditación ha de acabar. Aquí hay pues una contradicción. La meditación debe practicarse sin expectativas de resultados, y la facultad de la atención se fortalecerá con la práctica continuada.
A diferencia del Buda y de Jesús, J. Krishnamurti, un pensador ya del siglo XX, rara vez utilizó parábolas en sus discursos. En una de las excepciones, él cuenta que en cierta ocasión, el diablo y un amigo caminaban por algún lugar. Delante de ellos, los dos vieron a un aldeano recoger algo del suelo, mirarlo con detenimiento y guardarlo con alegría en su bolsillo.
“¿Qué recogió ese señor?”, preguntó el amigo. “Una muestra de la verdad”, contestó el demonio. “Muy malas noticias para usted”, comentó el acompañante. “De ninguna manera; yo le voy a ayudar a organizarla”, remató el diablo sonriendo.
Estoy seguro de que existen numerosos métodos, instructores y escuelas confiables de meditación, así como guías honestos de la atención total. No obstante, algunos de los mercaderes modernos bien podrían asimilarse a diablillos, como el de la parábola, dedicados a ‘organizar’ la verdad y, por ahí derecho, beneficiarse de las enseñanzas del Buda, en vez de limitarse a señalar el camino del silencio.
El viaje que recomienda el Buda demanda muchísima determinación. En algún momento del recorrido, la mente del caminante se silencia. Si hay algún gurú rondando, querrá atribuirse méritos inmerecidos. Con la práctica continuada de la meditación, la armonía interior, sin embargo, siempre florecerá espontáneamente… Sin gurúes y sin aplicaciones inteligentes.
Por Gustavo Estrada. Artículo completo aquí.
Las causas del sufrimiento, enseña el Buda, son los deseos intensos, las aversiones y las opiniones sesgadas. La meditación y la atención total, agrega el sabio, son el camino para acabar con las causas. El camino, sin embargo, ha de emprenderse sin expectativas de beneficios, y, una vez eliminadas las causas, la armonía interior surge espontáneamente.
Veinticinco siglos después de su concepción, las enseñanzas del Buda se han convertido en especies de ‘productos’ en el mercado de la felicidad. Los nuevos emprendedores presentan la meditación y la atención total como las metodologías de moda que con certeza, generan bienestar. Los métodos para llegar a tales beneficios, sin embargo, abren signos de interrogación.
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La propaganda de tales ‘productos’, por otra parte, es fácil y enganchadora. Pocos resisten un producto cuyo propósito es ‘hacerme sentir mejor’. Es fácil promover algo que acaba la ansiedad y el estrés, mejora la salud mental y aumenta la felicidad.
No obstante, la divulgación de la atención total mediante estrategias similares a las utilizadas con con productos de consumo crea en la mente del practicante potencial unos condicionamientos similares en su naturaleza a aquellos que la meditación ha de acabar. Aquí hay pues una contradicción. La meditación debe practicarse sin expectativas de resultados, y la facultad de la atención se fortalecerá con la práctica continuada.
A diferencia del Buda y de Jesús, J. Krishnamurti, un pensador ya del siglo XX, rara vez utilizó parábolas en sus discursos. En una de las excepciones, él cuenta que en cierta ocasión, el diablo y un amigo caminaban por algún lugar. Delante de ellos, los dos vieron a un aldeano recoger algo del suelo, mirarlo con detenimiento y guardarlo con alegría en su bolsillo.
“¿Qué recogió ese señor?”, preguntó el amigo. “Una muestra de la verdad”, contestó el demonio. “Muy malas noticias para usted”, comentó el acompañante. “De ninguna manera; yo le voy a ayudar a organizarla”, remató el diablo sonriendo.
Estoy seguro de que existen numerosos métodos, instructores y escuelas confiables de meditación, así como guías honestos de la atención total. No obstante, algunos de los mercaderes modernos bien podrían asimilarse a diablillos, como el de la parábola, dedicados a ‘organizar’ la verdad y, por ahí derecho, beneficiarse de las enseñanzas del Buda, en vez de limitarse a señalar el camino del silencio.
El viaje que recomienda el Buda demanda muchísima determinación. En algún momento del recorrido, la mente del caminante se silencia. Si hay algún gurú rondando, querrá atribuirse méritos inmerecidos. Con la práctica continuada de la meditación, la armonía interior, sin embargo, siempre florecerá espontáneamente… Sin gurúes y sin aplicaciones inteligentes.
Por Gustavo Estrada. Artículo completo aquí.
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