Organismo y partes constituyentes.
David Gems en ABC. Por Gonzalo Lopez Sanchez. Copiado el 10-3-18.
Durante toda la vida, el organismo se esfuerza en mantener una condición que se conoce como homeostasis. Es una especie de equilibrio que depende de que las células reciban suficiente oxígeno y nutrientes, que se limpien los residuos, que la temperatura sea adecuada o que haya aporte de agua. Pero cuando se producen fallos y el organismo no puede evitar que se pierda esta homeostasis, llega la muerte. En el ser humano, a nivel médico y legal se considera que la muerte ocurre cuando hay un paro cardiaco o un fallo cerebral que acaba con la conciencia. Pero el asunto es más complicado que esto. Después de esta muerte «oficial», las células del organismo sobreviven durante horas y días y luchan frenéticamente por recuperar su homeostasis. Gracias a esto es posible trasplantar órganos vivos de personas fallecidas.
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Después de la muerte médica o legal, hay grandes cambios en la expresión de los genes de múltiples tejidos, lo que refleja los intentos de las células de mantener la homeostasis. De hecho, tras la muerte al nivel médico o legal, el organismo está muerto, pero las partes que lo constituyen no. Hablando de forma aproximada, después de la muerte, primero mueren los órganos y después las células. Al final, todo lo que queda vivo es el microbioma.
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