Ciencia vs pseudociencia. Medicina alternativa?
Por Héctor Socas Navarro, investigador en el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC).
Artículo completo aquí.
La medicina alternativa no es medicina, igual que la verdad alternativa no es verdad. Si realmente funcionara no sería alternativa, sería simplemente medicina (o verdad), a secas. Esto no es un alegato contra la medicina tradicional. Muchos remedios de la medicina tradicional se han verificado científicamente. Históricamente, la mayoría de fármacos se han obtenido de plantas y en muchos casos sus efectos ya eran conocidos como remedios tradicionales. Lo que pasa es que una planta, al igual que un animal, es un ser muy complejo en el que conviven muchísimos principios activos. Alguno puede ser un buen analgésico, otro un antiinflamatorio, otro puede provocarnos un infarto y quizás algún otro aumentar el riesgo de padecer cáncer. Por eso, los principios activos hay que analizarlos y aislarlos, de manera que podamos separar en la medida de lo posible cada uno de estos efectos y administrar en cada caso únicamente aquello que convenga al paciente. Por otra parte, existen también otros supuestos remedios tradicionales que han sido desmentidos mediante experimentos claros y contundentes. A esto es a lo que llamamos medicina alternativa, o sea, de mentira. Es pseudociencia.
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Existe una falsa dicotomía entre medicina occidental y oriental, sugiriendo que una es la científica y la otra tradicional. La realidad es que muchos avances científicos provienen de Asia (por ejemplo, la reciente aplicación de la técnica pionera de CRISPR-Cas9 en China para curar el cáncer de pulmón) y muchas pamplinas pseudocientíficas (como la homeopatía) son occidentales.
La medicina científica es la que funciona, por definición. Esto no se refiere solo a fármacos. Cualquier remedio que tenga eficacia, como aplicar paños mojados para bajar la fiebre, es parte de ese cuerpo de conocimiento. La alternativa es, en el mejor de los casos, una estafa. En el peor, un peligro para la salud o un riesgo para la sociedad. Es muy preocupante la presión que existe por introducir estas prácticas en nuestros sistemas de salud pública. No hay que ser muy listo para entender que es mucho más barato pincharle a uno unas agujas que hacer el tratamiento médico que pueda conllevar cualquier enfermedad no imaginaria de carácter moderado o incluso grave. Un sistema de salud «alternativo» supondría el mayor recorte en sanidad jamás visto y, encima, me temo que estaría bien visto por una fracción importante de la sociedad.
Héctor Socas Navarro.
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