Religión y neurociencia

Artículo de Ángel Machado, completo aquí, encontrado 2-2-17.

En los últimos años la neurociencia ha estudiado las creencias religiosas y los fenómenos relacionados con ella como la mística, la oración, la espiritualidad y la meditación, surgiendo la disciplina denominada neuroteología. Las creencias religiosas, como cualquier otra, tienen su asentamiento en el cerebro.
Generalmente las experiencias religiosas se asocian al lóbulo temporal, mientras que la meditación al lóbulo frontal. Existe cierta relación entre las enfermedades mentales y la religiosidad. Se ha detectado hiperreligiosidad en casos de demencia, comportamiento obsesivocompulsivo, esquizofrenia y demencia frontotemporal. A menudo las psicosis incitan el interés de los pacientes por la espiritualidad. En cambio, otras personas recurren a la religión para hacer frente a su enfermedad. Se ha detectado hiperreligiosidad en casos de manía, de comportamiento obsesivo-compulsivo, de esquizofrenia y de epilepsia del lóbulo temporal (Dick Swaab). El 82% de los norteamericanos cree que rezar puede curar las enfermedades graves. ¿Por qué las personas creen en la eficacia de la oración a pesar de que no hay ninguna evidencia de ello? Probablemente uno reza porque se siente bien al hacerlo, generando una disminución de la hormona del estrés (cortisol) en la sangre.
()......... cabe preguntarse si viviríamos mejor sin religión. La respuesta probablemente no es posible si se aplica cierto rigor científico, pues parece imposible medir adecuadamente todos los pros y contras anteriores. Lo que sí parece es que a nivel global la tendencia actual es hacia una disminución del peso de la religión, lo que no invalida el crecimiento de ciertos radicalismos religiosos. Actualmente las ciencias puras o las de la vida ya no justifican la necesidad de la existencia de Dios.
Científicos como Stephen Hawking indican que no es necesario recurrir a Dios para explicar la existencia del universo. Carlos López Otín afirma que hay variantes genéticas que predisponen al sentimiento religioso en el genoma, pero lo que en los genes no ha encontrado es el alma («El País Semanal», 21 de diciembre de 2016). En resumen, desde un punto de vista científico, tanto la religión como dios son inventos de nuestro cerebro que residen en el mismo y que pese a no ser imprescindibles para tener una buena vida, en general han estado presentes en gran parte de la humanidad y todavía siguen estándolo en la mayoría de la población, aunque con una tendencia a disminuir.

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